Escuchar audio

Se generan diariamente 7 mil toneladas de cascajo en la Ciudad de México      

 

 

 

*  Tan sólo en nueve delegaciones del DF, son afectadas 135 hectáreas de suelo por el depósito ilegal de estos desechos: PAOT

 

*  En Tláhuac y Xochimilco se rellenan canales con cascajo para, después, especular con el suelo para el mercado inmobiliario   

 

 

 

Por Antena Radio / 3a. Edición  / Sección Medio Ambiente, ¿Qué puedo hacer yo?, con Francisco Calderón Córdova / IMER - Horizonte 107.9 FM, - 1220 AM y - Radio México Internacional (a todo el mundo) / Ciudad de México /  20 de julio de 2015.

 

 

Como lo he venido reiterando en este espacio, la Organización de las Naciones Unidas decretó al 2015 como el Año Internacional de los Suelos. Y no puedo dejar de hablar de una de las causas que, en ciudades como la nuestra –en permanente transformación y crecimiento-, está propiciando la contaminación y el deterioro de la calidad de nuestros suelos: esto es, el depósito inadecuado de los residuos de la construcción (o el cascajo) en los suelos de las barrancas, los bosques e incluso en los humedales de la Ciudad de México. 

 

 

El cascajo, que bien podemos estar generando cada uno de nosotros cuando decidimos hacer una remodelación en casa o cuando, ya sean los particulares o el mismo gobierno, demuelen construcciones, banquetas o vialidades para la realización de alguna obra, si no se maneja adecuadamente tiene un enorme potencial contaminante. Residuos de concretos, cementos, azulejos, arcillas y otros materiales, tienen la capacidad de deteriorar y empobrecer a los suelos fértiles, entre otras cosas, cambiando radicalmente su alcalinidad, su porosidad o su capacidad para retener humedad y nutrientes. 

Pero también, los residuos provenientes de la carpeta asfáltica –por ejemplo- resultan ser un importante vector para la contaminación de los mantos acuíferos; esto, debido al arrastre de hidrocarburos ahí contenidos y que llegan hasta los cuerpos de agua subterránea de los que nos abastecemos mayoritariamente.

De acuerdo con cifras del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios Sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIEMAD) del Instituto Politécnico Nacional, se estima que en las 16 delegaciones políticas de la Ciudad de México se están produciendo diariamente alrededor de 7 mil toneladas de cascajo (lo suficiente como para llenar el Estadio Azteca en seis meses). Este hecho contrasta con el dato de que el Programa de Trituración de Residuos de la Construcción de la Secretaría de Obras y Servicios del Gobierno capitalino, sólo tuvo la capacidad de reciclar un total de 68 mil 600 toneladas de cascajo en un período de dos años y dos meses; esto es, un volumen equivalente al cascajo generado en sólo diez días. 

Más elocuentes son las cifras que maneja la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT), que señalan la dimensión de la superficie de suelo que está siendo afectado en el Distrito Federal por el depósito ilegal del cascajo. Esta institución documentó 36 casos de tiraderos clandestinos de residuos de la construcción en nueve delegaciones, constatando la afectación de más de un millón 349 mil metros cuadrados de suelo –es decir, 135 hectáreas.

 

Pero, lo más grave que señala el estudio de la PAOT es que el sitio donde preferentemente se está depositando el cascajo producido por todo tipo de obras en la ciudad, es en el suelo de conservación y de recarga de nuestros acuíferos. Encabezan la lista de tiraderos ilegales Tláhuac y Xochimilco, donde el cascajo está sirviendo para rellenar humedales y así poder especular con terrenos –ciertamente inadecuados y riesgosos- que se suman a la voracidad inmobiliaria que aquí hemos venido presenciando.  

A pesar de que el Código Penal para el Distrito Federal prevé (en su artículo 344) una sanción de tres a nueve años de prisión y de mil a cinco mil días multa a quien descargue o deposite más de un metro cúbico de cascajo en algún lugar no autorizado, no pasa nada y el problema continúa. Hasta donde he podido investigar, en el país tampoco existen estímulos fiscales ni financieros suficientes como para impulsar decididamente a empresas de reciclaje o para estimular el uso de materiales reciclados para la construcción. 

El manejo integral de los residuos de la construcción es un criterio más, que deberá incorporarse en el esfuerzo que se haga por poner orden no sólo en el muy caótico crecimiento inmobiliario que se registra hoy en ciudades como la nuestra; sino, también, en la realización de las obras públicas. Pero, aún más importante, el apego a la legalidad –en cualquier sector de actividad- deberá conducirnos obligadamente a garantizar la protección de los suelos de conservación que dan sustentabilidad a ciudades como la nuestra.

 

Diversidad Ambiental ©, es una publicación virtual de Paco Calderón